Presentación de Natura Humana en versión audio
¿Qué hace que nos comportemos de una forma y no de otra? ¿Por qué creemos lo que creemos?
Todos reflexionamos sobre los demás y sobre nosotros mismos para tratar de entendernos. Tanto la observación de otras personas como la introspección son parte de nuestra naturaleza: queremos conocer a quienes nos rodean y a ese centro del universo al que llamamos «yo». Así que pocas cuestiones nos son más familiares que el ser humano.
Y, sin embargo, pese a esa familiaridad, seguimos sin saber demasiadas cosas.
Cuando uno empieza a estudiar estas cuestiones, pronto se da cuenta de que, si quiere encontrar respuestas, tendrá que buscar la esencia humana no con un espíritu guerrero, sino explorador. Sin autoengaños, si tal cosa es posible. Porque creo que Bertrand Russell (La conquista de la felicidad, 1930) estaba en lo cierto:
«Ninguna satisfacción basada en el autoengaño es sólida. No importa lo desagradable que la verdad pueda ser: es mejor afrontarla de una vez por todas, acostumbrarse a ella y proceder a construirse la vida de acuerdo a ella».
Cuanto más entendamos sobre las fuerzas que nos dan forma y antes nos atrevamos a estudiarlas con valentía, mejor podremos gestionar nuestras emociones y comportamientos. Quizá es cierto aquello de que hemos nacido demasiado tarde para explorar la Tierra, pero desde luego no lo es para bucear en nuestros cerebros.
Estos son los títulos de los primeros artículos: «La mente no puede estar en paz mucho tiempo»; «Somos demasiados para ser especiales todos»; «¿Existe el altruismo?»; «Nosotros somos los buenos».
Y estos son algunos de los temas que trataré en meses posteriores: el regalo del miedo; el concepto de «desajuste evolutivo», con su enorme poder explicativo de las cosas que nos pasan; las múltiples causas de la conducta; por qué tanta gente sigue creyendo en dioses; las emociones sociales: vergüenza, envidia, celos, gratitud, orgullo, soledad; el exhibicionismo moral; el amor parental; el amor romántico (spoiler: sí, existe, está documentado en todas las culturas de las que tenemos constancia, no es un invento de Hollywood; otro asunto es si es frecuente o no que dure toda la vida y si es tal como nos lo cuentan guionistas y novelistas).
No es disparatado suponer que, al reflexionar sobre el animal humano en general, una persona consiga una mejor comprensión de sí misma. Ese será mi principal objetivo personal durante el proceso de creación de Natura Humana. Una de las más bellas etimologías que conozco es la de la pupila del ojo, del latín pupilla, es decir muñeca, porque cuando miramos a los ojos de otra persona lo que vemos es un diminuto reflejo —una revelación— de nosotros mismos.
Les doy la bienvenida a un viaje hacia ese lugar: nosotros mismos. Espero que nos resulte apasionante.
Próximo artículo: La mente no puede estar en paz mucho tiempo.
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